En disposición de amar con ese corazón tan noble que tenía, ella casi nunca se echaba a llorar, se sentía protegida por su Papá Guardian y confiaba al máximo. Por nadie en el mundo renunciaría al control de su vida, incluso si experimentara un gran miedo "justificado". Ella no se mostraba a la defensiva; por el contrario, siempre tenía una palabra amable para los que estaban a su alrededor. Ella escuchaba, ella actuaba en silencio, sin testigos. Se sumergía en un océano de preocupaciones al presenciar las lágrimas ajenas, aun así, gastaba su energía ayudándoles. Su alma se limpiaba con cada suspiro. En su pecho un baile de vibraciones provocado por ternura, era una potente fórmula para sentirse feliz. Su meta era ver a todos brillar con la luminosidad del sol. Compartía palabras de consuelo que secaban hasta las lágrimas más sombrías. Ella era incompatible con la negatividad, compatible con la bondad, siempre extrayendo lo mejor de cada ser, lanzando una bomba de amor direc
Había una vez en la vibrante ciudad de Málaga, dos almas que parecían destinadas a encontrarse. Cada mes, por azares del destino, Silvana y Ariel coincidían en distintos lugares de la ciudad. A veces era en la plaza mayor, otras veces en el mercado local, pero siempre sentían la misma chispa cuando se encontraban. Un día, Silvana decidió dar el paso y le dio a Ariel su número de teléfono, con una sonrisa esperanzadora. Ariel, aunque encantado por Silvana, se sentía cohibido. No podía dejar de pensar en todas las razones por las que no la llamaba: su vida caótica, su inseguridad, el miedo a que ella no sintiera lo mismo. Así pasaban las semanas y, aunque él nunca marcaba su número, cada encuentro casual con Silvana reafirmaba sus sentimientos por ella. Un mes después, se encontraron de nuevo en una feria de libros antiguos. Silvana, al verlo, no pudo evitar una risa suave. “Ariel, ¿alguna vez vas a usar mi número?” preguntó en tono juguetón, sin esperar realmente una respuesta. Javier