Jesús y sus discípulos visitaban muchas ciudades, hacían el bien para toda la gente y sin excepción. Jesús sentía amor ilimitado y cada persona era merecedor de su amor. Él creía en cualquier alma, incluso en Judas que traicionaría a Jesús. Judas vendió a Jesús junto a otros discípulos y aún así no sentía odio por ellos.
A pesar de la traición de Judas, Jesús nunca dejó de mostrar compasión y amor. En el jardín de Getsemaní, cuando los soldados llegaron para arrestarlo, Jesús no opuso resistencia. En lugar de eso, sanó la oreja de uno de los soldados heridos por Pedro. Este acto de bondad sorprendió a todos, pero reflejaba la naturaleza de Jesús, quien siempre predicaba el perdón y el amor.
Mientras era juzgado y maltratado, Jesús mantuvo la calma. Sus palabras en la cruz, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen", demostraron su infinita misericordia. Su sacrificio no fue en vano, pues a través de su muerte y resurrección, trajo esperanza y salvación a la humanidad.
Aunque los discípulos inicialmente estaban llenos de miedo y dudas, la resurrección de Jesús transformó sus vidas por completo. Este evento les otorgó una fe inquebrantable, y desde ese momento, dedicaron el resto de sus días a difundir el mensaje de amor y redención de Jesús. Llevaron la buena nueva a todas las naciones, compartiendo con todos el milagro que habían presenciado y la esperanza que habían encontrado.
Yo me siento tranquila y rica en vida, poseo confianza y amor infinito cada día por mi Rey. No importa parte de la oscuridad en mi vida, Jesús es mi luz y mi realidad. Lo experimento a cada momento en mi día, le escucho atentamente y con absoluta creencia. Almaceno Su amor en mi corazón, cada parte de mi cuerpo y de mi mente están convencidas de Su Presencia. Yo opto por una vida a Su lado. Recibo paz y me es gratificante saber que Él está conmigo. Él es mi riqueza, mi abundancia. En los momentos de duda, encuentro consuelo y fortaleza en Sus palabras. Cada día, me esfuerzo por vivir de acuerdo a Sus enseñanzas, irradiando su luz en cada acción y pensamiento. Mi corazón está lleno de gratitud, porque sé que Su amor incondicional me guía y me sostiene en todo momento.
Jesús es nuestro Salvador, quien nos guía y perdona cada día con amor infinito; Él entiende todos nuestros pecados, nos colma de Su bondad y nos llena de una fe inalterable.
Gracias mi Rey.
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