En la ciudad de sueños sin fin, Scarlett deambulaba por las calles resplandecientes, albergando la esperanza de hallar al hombre que perpetuamente ocupaba sus pensamientos. Con cada día que transcurría, percibía el acercamiento del fin de año como un recordatorio inexorable de su soledad.
Las noches frías se alargaban, y las luces de Navidad parpadeaban como si tuvieran una intención perversa, evocando la ausencia que sentía. El hombre de sus sueños, con su sonrisa acogedora y sus palabras tiernas, no era más que una sombra en su mente, un espectro que jamás cobraba forma en la realidad.
Scarlett había hecho todo lo posible por alcanzar ese amor, enviando mensajes al viento y dejando pistas en cada lugar que frecuentaba. Pero él nunca aparecía, ni en los momentos más solitarios, ni en los días más luminosos. Sabía que había algo hermoso en la idea de él, pero la realidad la alcanzaba con una verdad dolorosa: él nunca la buscaba, nunca la llamaba.
Con el fin de año a la vuelta de la esquina, Scarlett se detuvo frente a una tienda adornada con luces resplandecientes. Miró su reflejo en el escaparate y vio a una mujer fuerte, valiente, que merecía algo más que un amor imaginario. Suspiró, dejando que las lágrimas rodaran por sus mejillas, y decidió que no esperaría más.
Aquella noche, con el cielo iluminado por fuegos artificiales y la ciudad rebosante de esperanza y nuevos inicios, Scarlett se hizo una promesa. Renunciaría a aquel sueño inalcanzable y abriría su corazón a nuevas oportunidades. Porque en lo más profundo de su ser, entendía que el verdadero amor no requiere una búsqueda desesperada; el verdadero amor surge espontáneamente cuando menos lo esperamos.
Y así, con el sonido de las campanadas anunciando el Año Nuevo, Scarlett levantó la cabeza y se unió a la multitud, lista para abrazar el futuro y todo lo que este le deparara.
By So Sunny
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