Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en un pozo profundo.
Las demás se reunieron alrededor del agujero y,
cuando vieron lo hondo que era,
le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas.
Sin embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas.
Las otras les decían que esos esfuerzos serían inútiles.
("La palabra tiene poder de vida y de muerte."
Una voz de aliento a alguien, que se siente desanimado puede ayudarle a terminar el día, mientras que una palabra negativa puede acabar por destruirlo.
Cualquiera puede decir palabras, que roben a los demás el espíritu,
que les permite seguir la lucha en tiempos difíciles.
Tengamos cuidado con lo que decimos,
pero sobre todo, con lo que escuchamos.")
Las demás se reunieron alrededor del agujero y,
cuando vieron lo hondo que era,
le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas.
Sin embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas.
Las otras les decían que esos esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas atendió a lo que las demás decían, se dió por vencida y murió. La otra siguió saltando con tanto esfuerzo, como le era posible. La multitud le gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con más... fuerza,
hasta que finalmente salió del hoyo. Las otras le preguntaron:
“¿No escuchabas lo que te decíamos?” La ranita les explicó que era sorda,
y creía que las demás la estaban animando desde el borde a esforzarse más y más, para salir del hueco.
Una voz de aliento a alguien, que se siente desanimado puede ayudarle a terminar el día, mientras que una palabra negativa puede acabar por destruirlo.
Cualquiera puede decir palabras, que roben a los demás el espíritu,
que les permite seguir la lucha en tiempos difíciles.
Tengamos cuidado con lo que decimos,
pero sobre todo, con lo que escuchamos.")
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